2 de diciembre de 2010

El rey de las ruinas


Estoy en la miseria Dios mío qué te importa

Ya mi casa es un dulce terraplén de locura

Un vuelo de lechuzas un río con el fondo

lacrado en mi semblante... ¡Dios mío qué te importa!

Mi casa es un relincho de muerto monocromo

cuna de remembranza gran rincón de dolor

Allí ya no se duerme si no es para gritar

con una boca hambrienta de espesas esperanzas

Flores ayer y hoy sus faldas son escombros

Mi rostro de color negro aguanta la puerta

y al fin no sé qué hacer con tanta fotocopia

¡Estoy en la miseria! Se dice la miseria

y nada es la miseria... ¡Dios mío qué miseria!

Por el resuelto abismo subo las escaleras

del torreón oculto para pedir limosna

Entro llamo ay ay ¡Señorito! ¡Ay! ¡Ay!

No puede ser así usted no se parece

¡Aparición! ¿Quién soy? Te pido yo una cama

para abrigar mis labios con un sueño anticuado

No te pongas así no te asustes de mí

¡Ayaymiseñoritoustedyanoeselmismo!

Parece usted de veras un cansado harapiento

Me da pena su ombligo lleno de soledad

Ropa y candela dióme y cené con la vieja

con la comadre atónita que mientras como reza

Riendo yo le explico «Soy el rey de las ruinas»

Y ella plasma un quejido «¿Qué es eso señorito?»






(Madrid, 1947)

Carlos Edmundo de Ory

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