31 de enero de 2010

Un lento suicidio en silencio


Recuerdo que una vez le pregunté a Childs si creía que Judas, el traidor, había ido al infierno. Childs me dijo que naturalmente lo creía. Ese era exactamente el tipo de cosas sobre el que nunca coincidía con él. Le dije que apostaría mil dólares a que Cristo no había mandado a Judas al infierno, y hoy los seguiría apostando si los tuviera. Estoy seguro de que cualquiera de los discípulos habría mandado a Judas al infierno -y a todo correr- pero Cristo no. Childs me dijo que lo que me pasaba es que yo nunca iba a la iglesia, ni nada. Y en eso tenía razón. Nunca voy. En primer lugar, porque mis padres son de religiones diferentes y todos sus hijos somos ateos. Si quieren que les diga la verdad, no aguanto a los curas. Todos los capellanes de los colegios donde he estudiado sacaban una vocecita de lo más hipócrita cuando nos echaban un sermón. No veo por qué no pueden predicar con una voz corriente y normal. Suena de lo más falso.
Pero, como les iba diciendo, cuando me metí en la cama se me ocurrió rezar pero no pude. Cada vez que empezaba se me venía a la cabeza la cara de Sunny llamándome pelagatos.


de El guardián entre el centeno

J. D. Salinger, Rest in peace

9 de enero de 2010

La poesía está en todas partes




Nada más que sorpresa me causan cosas como la siguiente: La nebulosa NGC 3324, también es conocida como nebulosa Gabriela Mistral.


Por allá -en lugares que no podemos diemensionar, mucho menos llamar "lugares"- en la periferia (ya esa palabra no encaja en el espacio, porque desconocemos un centro) de Eta Carinae. Tomada en San Esteban, Chile, el 05 Mayo del 2002.










Roberto Bolaño dijo en una entrevista del 23 de julio de 2003, a Página/12, de Buenos Aires: "¿Qué le hubiera dicho a Gabriela Mistral si la hubiera conocido?-Mamá, perdóname, he sido malo, pero el amor de una mujer hizo que me volviera bueno."

4 de enero de 2010

La Japonesa. Iosivara y Tamanoi (Fragmento)


"...Un padre borracho arrastra a su hijo, al que lleva cogido de la mano. El niño debe tener ocho años. Va vestido con unos pantaloncitos a la europea y un sombrero de fieltro peludo de anchas alas, como los que llevan los sacerdotes católicos. El padre se detiene ante cada puerta y le enseña la mujer que se halla expuesta. Ésta lo llama sonriendo y el pequeño, asustado, empieza a llorar y se niega a salir andando. El padre ríe a carcajadas, tira del niño y lo conduce hacia otra puerta.Yo camino con pasos rápidos. No puedo soportar este terrible espectáculo. Me detengo para comprar dos manzanas como si me pudieran hacer compañía e infundirme valor. Me esfuerzo en mirar sin miedo las terribles cabezas que, con el cuello alargado, aparecen asomadas a las taquillas cuadradas. Diríase que se hallan aprisionadas en una canga, ese aparato de tormento chino que, horadado con un agujero, inmoviliza el cuello del condenado. De esta forma, estas mujeres tienen el aspecto de llevar la puerta a sus espaldas, y con ella, la casa, Tamanoi, Tokio y toda la humanidad. Yo me siento culpable, ya que es por nuestra culpa, la culpa de todos los hombres, que estas mujeres asuman la más pesada responsabilidad. Cobardemente, las abandonamos en el lugar más peligroso de la batalla."




Nikos Kazantzakis

Del Monte Sinai a la isla de Venus