23 de octubre de 2010

La linda pelirroja


Heme aquí ante todos un hombre lleno de sentido


que conoce de la vida y de la muerte lo que un hombre puede conocer


probó los dolores y los goces del amor


impuso algunas veces sus ideas


conoce varias lenguas


y no ha viajado poco


vio la guerra en la infantería y la artillería


herido en la cabeza trepanada bajo el cloroformo


perdió sus mejores amigos en la espantosa lucha


sé de lo antiguo y de lo nuevo lo que un hombre solitario

puede saber de esas cosas


y sin inquietarme hoy de esta guerra


entre nosotros y para vosotros amigos míos


juzgo esta larga querella de la tradición y de la invención


del orden y de la aventura




Ustedes cuya boca está hecha a la imagen de Dios


boca que es el orden mismo


ser indulgentes al compararnos


con los que fueron la perfección y el orden


nosotros que siempre buscamos la aventura


no somos enemigos


Queremos darles vastos y extraños dominios


donde el misterio germina para el que quiera cosecharlo


hay fuegos nuevos colores nunca vistos


mil fantasmas imponderables


para darles realidad


y explorar la bondad país enorme y silencioso


hay tiempo para desterrar


y tiempo para el regreso


piedad para nosotros que combatimos siempre en las fronteras


de lo ilimitado y lo porvenir


piedad para nuestros errores piedad para nuestros pecados




Ya viene el verano la estación violenta


y mi juventud ha muerto como la primavera


oh sol es el tiempo de la razón ardiente

y espero

para seguir la forma noble y dulce


que adopta ella para que pueda amarla


llega y me atrae como al hierro el imán


tiene el aspecto encantador


de una linda pelirroja




Sus cabellos son de oro se diría


un bello relámpago interminable


o esas llamas que se pavonean


en las rosas que se marchitan




Pero reíd de mí


hombres de todas partes sobre todo gentes de aquí


porque hay tantas cosas que no me atrevo a decir


tantas cosas que no me dejarían decir


tengan piedad de mí



Guillaume Apollinaire

Prosa del Transiberiano y de la Pequeña Juana de Francia


Dedicada a los músicos



En aquel tiempo yo era un adolescente

Apenas tenía dieciséis años y ya no recordaba mi infancia

Estaba a 16.000 leguas del lugar de mi nacimiento

Me hallaba en Moscú,

en la ciudad de los mil tres campanarios y las siete estaciones

Y no me bastaban las siete estaciones y las mil tres torres

Porque mi adolescencia era tan ardiente y loca

Que mi corazón, alternativamente,

ardía como el templo de Efeso o como la Plaza Roja de Moscú

Cuando se pone el sol.

Y mis ojos iluminaban antiguos senderos.

Y yo era tan mal poeta

Que no sabía llegar hasta el fondo de las cosas.

El Kremlin era como una inmensa torta tártara

Crujiente de oro.

Con las grandes almendras de las catedrales

inmensamente blancas

y el oro empalagoso de las campanas...

Un viejo monje me leía la leyenda de Novgorode

Yo tenía sed

Y descifraba caracteres cuneiformes

Luego, de pronto, las palomas del Espíritu Santo volaron sobre la plaza

y también mis manos alzaban el vuelo, con susurros de albatros

y esto era las últimas reminiscencias del último día

Del postrer viaje

y del mar.



No obstante, yo era un poeta muy malo.

No sabía llegar al fondo de las cosas.

Tenía hambre

Ya todos los días ya todas las mujeres en los cafés ya todas las copas



Habría querido beberlas y romperlas

Ya todas las vitrinas ya todas las calles

Ya todas las casas ya todas las vidas

Ya todas las ruedas de los coches que giraban

como torbellinos sobre los malos empedrados



Habría querido hundirlas en un gran horno de espadas

y habría querido moler todos los huesos

Y arrancar todas las lenguas

y licuar todos esos grandes cuerpos extraños

y desnudos bajo la ropa que me vuelve loco..

Presentía la llegada del gran Cristo rojo de la revolución rusa…



Y el sol era una inmensa herida que se abría como un brasero.

En aquel tiempo yo era un adolescente

Apenas tenía dieciséis años y ya no recordaba mi nacimiento

Estaba en Moscú, donde quería alimentarme de llamas

y no me bastaban las torres y las estaciones que cubrían mi ojos de estrella

En Siberia rugía el cañón, había guerra

A Hambre frío peste cólera

y las aguas fangosas del Amor arrastraban millones de carroñas



En todas las estaciones veía partir todos los últimos trenes

Ya nadie podía salir porque no se vendían más boletos

Y los soldados que se iban hubieran preferido quedarse...

Un viejo monje me cantaba la leyenda de Novgorode.

Yo, el mal poeta que no quería ir a ninguna parte, podía ir a todos lados

Y también los comerciantes todavía tenían dinero suficiente

Para ir a intentar hacer fortuna.

Su tren salía todos los viernes de mañana.

Se decía que había muchos muertos.

Uno llevaba cien cajas de despertadores y cucús de la Selva Negra



Otros cajas de sombreros, cilindros y un surtido de tirabuzones de Sheffield

Otros ataúdes de Malmoe llenos de latas de conservas y sardinas en aceite



También había muchas mujeres

Mujeres entrepiernas en alquiler que también podían usarse

Ataúdes

Todas pagaban impuestos



Se decía que había muchos muertos allí

Ellas viajaban con tarifa reducida

Y todas tenían una cuenta corriente en el banco.



Pues bien, un viernes de mañana me llegó la hora por fin

Estábamos en diciembre

y también yo partí para acompañar al viajante joyero que iba a Jarbín



Teníamos dos asientos en el expreso y 34 cofres de joyería de Pforzheim



Pacotilla alemana «Made in Germany»

Me había vestido de punta en blanco, y al subir al tren se me perdió un botón



- Lo recuerdo, lo recuerdo, a menudo pensé en ello desde entonces-



Yo dormía sobre los cofres y me sentía muy contento

de poder jugar con la browning Niquelada que también me había dado



Me sentía muy feliz despreocupado

Creía jugar a los bandoleros

Habíamos robado el tesoro de Golconda

Y, gracias al transiberiano, íbamos a ocultarlo del otro lado del mundo



Yo tenía que defenderlo contra los ladrones del Ural

que habían atacado a los saltimbanquis de Julio Veme

Contra los Junguzes, los boxers de la China

Y los rabiosos pequeños mongoles del Gran Lama

Alibabá y los cuarenta ladrones

Y los fieles del terrible Viejo de la montaña

Ysobre todo, contra los más modernos

Los rateros de hotel

Y los especialistas de los expresos internacionales



Y sin embargo, y sin embargo

Estaba triste como un niño

Los ritmos del tren

La «médula ferrocarrilera» de los psiquiatras americanos

El ruido de las puertas de las voces de los ejes rechinando sobre los rieles congelados

El ferlín de oro de mi futuro

Mi browning el piano y los juramentos de los jugadores

de cartas en el compartimento de al lado

La deslumbrante presencia de Juana

El hombre de anteojos azules que se paseaba nerviosamente

por el corredor y me miraba al pasar



Murmullos de mujeres

Y el silbido del vapor

Y el eterno ruido de las ruedas locas en los carriles celestes

Los vidrios están escarchados

¡La naturaleza no existe!

Y detrás, las llanuras siberianas el cielo bajo y las grandes sombras de los

Taciturnos que suben y bajan

Estoy acostado sobre una manta de viaje

Colorinche

Como mi vida

Y mi vida no me abriga más que esa manta

Escocesa

Y toda Europa entrevista por el parabrisas de un expreso a toda máquina



No es más rica que mi vida

Mi pobre vida

Esta manta

Deshilachada sobre cofres llenos de oro

Con los que viajo

Sueño

Fumo

y la única llama del universo

Es un pobre pensamiento...



Desde el fondo de mi corazón me brotan lágrimas

Si pienso, Amor, en mi querida;

Ella no es más que una niña, a quien encontré así

Pálida, inmaculada, en el fondo de un burdel.

No es más que una niña, rubia, risueña y triste,

No sonríe y nunca llora;

Pero en el fondo de sus ojos, cuando te deja beber en ellos,

Tiembla un dulce lirio de plata, la flor del poeta.

Es dulce y muda, sin ningún reproche,

Con un largo estremecimiento cuando tú te aproximas;

Pero cuando yo voy hacia ella, por aquí, por allá, festivo,

Ella da un paso, luego cierra los ojos, y da un paso.

Porque es mi amor, y las otras mujeres

Sólo tienen vestidos de oro sobre grandes cuerpos llameantes,

Mi pobre amiga está tan desamparada,

Está toda desnuda, no tiene cuerpo, es demasiado pobre.

No es más que una flor cándida, endeble,

La flor del poeta, un pobre lirio de plata,

Muy frío, muy solo, y ya tan mustio

Que me brotan las lágrimas si pienso en su corazón.

Y esta noche es similar a otras cien mil cuando un tren rasga la noche



- Caen los cometas-

Y el hombre y la mujer, aún jóvenes, se divierten haciendo el amor.



El cielo es como la carpa desgarrada de un circo pobre

en una ínfima aldea de pescadores

En Flandes

El sol es una lámpara humeante

Y en lo más alto de un trapecio una mujer representa la luna.

El clarinete la corneta una agria flauta y un mal tambor



Esa es mi cuna

Mi cuna

Siempre cerca del piano cuando mi madre como

Madame Bovary tocaba las sonatas de Beethoven

He pasado mi infancia en los jardines colgantes de Babilonia

En la rabona, en las estaciones frente a los trenes a punto de salir



Ahora hago correr todos los trenes detrás de mí

Bâle-Tombuctú

También jugué a las carreras en Auteuil y Longchamp

París-Nueva York

Ahora hago correr todos los trenes a lo largo de mi vida

Madrid-Estocolmo

Y perdí todas mis apuestas

Y ya sólo la Patagonia, sólo la Patagonia convienea mi inmensa tristeza,

la Patagonia, y un viaje por los mares del Sur

Viajo

Siempre he estado e viaje

Estoy en viaje con la pequeña Juana de Francia

El tren pega un peligroso salto y vuelve a caer sobre sus ruedas



El tren vuelve a caer sobre sus ruedas

El tren siempre vuelve a caer sobre sus ruedas

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»

Estamos lejos, Juana, hace siete días que viajamos

Estás lejos de Montmartre, de la Butte que te crió y del

Sagrado Corazón contra el cual te acurrucaste

París desapareció con su enorme fogata

Quedan sólo cenizas incesantes

La lluvia que cae

La turba que se hincha

Siberia que gira

Las pesadas capas de nieve que aumentan

Y el cascabel de la locura que tirita como un último deseo

en el aire azulado

El tren palpita en el corazón de los horizontes plomizos

Y tu pena ríe burlona...



«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»



Las preocupaciones

Olvida las preocupaciones

Todas las estaciones agrietadas oblicuas sobre la ruta

Los hilos telegráficos de los que penden

Los postes grotescos que gesticulan y los estrangulan

El mundo se estira se alarga y se encoge como un acordeón

que una mano sádica atormenta

En las desgarraduras del cielo, furiosas locomotoras

huyen

y en los agujeros,

vertiginosas ruedas bocas voces

y los perros de la desdicha pisándonos los talones

Los demonios están desencadenados

Chatarras

Todo es un acorde falso

El «brun-run-run» de las ruedas

Choques

Sacudidas

Somos una tempestad bajo el cráneo de un sordo...



«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»



Sí, me exasperas, bien lo sabes, estamos muy lejos

La locura recalentada ruge en la locomotora

La peste el cólera se alzan como brasas ardientes en nuestro camino

Desaparecemos en plena guerra como en un túnel

El hambre, la puta hambre, se aferra a las nubes en desbandada

y esparce su estiércol de batallas en montones pestilentes de muertos

Haz como ella, cumple tu oficio...



«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»



Sí, muy lejos, muy lejos

Todos los chivos emisarios han reventado en este desierto

Oye los cencerros de ese rebaño sarnoso Tomsk

Tchéliabinsk Kainsk Obi Taichet Verkné Oudinsk

Kourgan Samara Pensa-Toulone


La muerte en Manchuria

Es nuestro desembarco y nuestra última guarida

Este viaje es terrible

Ayer por la mañana

Iván Ulitch tenía los cabellos blancos

y Kolia Nicolai Ivanovitch se come las uñas desde hace quince días...

Haz como la Muerte y el Hambre: cumple tu oficio

Sólo valdría unos centavos, pero en el Transiberiano, te darán cien rublos

Haz arder los asientos y avergüézate bajo la mesa

El diablo toca el piano

Sus nudosos dedos excitan a las mujeres

La Naturaleza

Las
Devoradoras

Cumple tu oficio

Hasta Kharbin...



«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»



No... vete al diablo... déjame tranquilo

Tus caderas son angulosas

Tu vientre es ápero y tiene purgaciones

Eso es todo lo que París puso en tu regazo

También un poco de alma... porque eres desdichada

Me das pena me das pena ven aquí junto a mi corazón

Las ruedas son los molinos de viento de Jauja

Y los molinos de viento son las muletas que hace girar un mendigo



Somos los lisiados del espacio

Rodamos sobre nuestras cuatro heridas

Nos cortan las alas

Las alas de nuestros siete pecados

y todos los trenes son los baleros del demonio

Un corral

El mundo moderno

La velocidad no tiene la culpa

El mundo moderno

El horizonte queda demasiado lejos

y al final del viaje es terrible ser un hombre con una mujer...



«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»



Me das pena me das pena ven conmigo voy a contarte un cuento

Ven a mi cama

Ven junto a mi corazón

Te contaré un cuento...



¡Oh ven! ¡ven!



En Fidji reina la primavera eterna

La pereza

Las parejas desfallecen de amor sobre las altas hierbas

y la cálida sífilis ronda bajo los bananeros



¡ Ven a la islas perdidas del Pacífico!

Se llaman Fénix, Marquesas

Borneo y Java

o Célibes en forma de gato.



No podemos ir al Japón

¡ Ven a México!

En sus altas mesetas florecen tulipanes

Las lianas tentaculares son la cabellera del sol

Se diría de la paleta y los pinceles de un pintor

Colores fragorosos como un gong,

Allí estuvo Rousseau

y quedó deslumbrado para toda la vida

Es el país de los pájaros

El ave del paraíso, el pájar-lira

El tucán, el pájaro-burlón

Y los colibríes anidan en el corazón de los lirios negros

¡Ven!

Nos amaremos en las majestuosas ruinas de un templo azteca

Serás mi ídolo

Un ídolo infantil y colorido un poco feo y pintorescamente extraño

¡Oh, ven!



Si quieres iremos en aeroplano y volaremos sobre el país de los mil lagos,

Allí las noches son desmesuradamente largas

el antepasado prehistórico tendrá miedo de mi motor

Aterrizaré

Y construiré un hangar para mi avión con huesos fósiles de mamut

El fuego primitivo reavivará nuestro pobre amor

Samovar

Y nos amaremos muy burguesmente cerca del polo

¡Oh, ven!



Jeanne Jeannette Ninette chicha chitón tetita

Mimí mimor pichoncita mía mi tesoro

Nonó Arrorró

Yuyo popó

Cosita corazoncito

Palomita

Querida gatita

Mi dulce pecadito

Chuchita

Cucú

Se ha dormido



Se ha dormido

Y no se engulló ni una sola de todas las horas del mundo

Todos los rostros vislumbrados en las estaciones

Todos los relojes

La hora de París la hora de Berlín la hora de San Petesburgo

y la hora de todas las estaciones

Y en Oufa, el rostro ensangrentado del artillero

Y el cuadrante tontamente luminoso de Grodno

Y el eterno avance del tren

Todas las mañanas hay que poner a la hora los relojes

El tren avanza y el sol se atrasa

No importa, oigo sonoras campanas

La enorme campana de Notre-Dame

La agria campana del Louvre que convocó a la San Bartolomé



Los carillones enmohecidos de Brujas la Muerta

Las
campanillas eléctricas de la biblioteca de Nueva York


Las campanas de Venecia

Y las campans de Moscú, el reloj de la Puerta Roja

que me contaba las horas cuando era oficinista

Y mis recuerdos

El tren retumba

Un gramófono gutural toca música gitana

y el mundo, como el reloj del barrio judío de Praga, gira locamente al revés



Deshoja la rosa de los vientos

Retumban las tormentas desencadenadas

Los trenes ruedan en torbellinos sobre el laberinto de las redes ferroviarias

Juguetes diabólicos

Hay trenes que desaparecen para siempre

Otros se pierden en el viaje



Los jefes de estación juegan al ajedrez

Tric-trac

Billar

Carambolas

Parábolas

La vía férrea es una nueva geometría

Siracusa

Arquímedes

y los soldados que lo degollaron

y las galeras

y las naves

y los prodigiosos artefactos que inventó

y todas las matanzas

La historia antigua

La historia moderna

Los torbellinos

Los naufragios

Hasta el del Titanic que leí en el diario

Tantas imágenes-asociaciones que no puedo desarrollar en mis versos



Porque todavía soy muy mal poeta

Porque el universo me desborda

Porque no me aseguré contra accidentes ferroviarios

Porque no sé ir hasta el fondo de las cosas

Y tengo miedo.


Tengo miedo

No sé ir hasta el fondo de las cosas

Como mi amigo Chagall podría pintar una serie de cuadros dementes

Pero no tomé notas del viaje

«Perdónenme la ignorancia

Perdónenme que ignore el antiguo juego de los versos»

Como dice Guillaume Apollinaire

Todo lo concerniente a la guerra puede leerse en las Memorias de Kauropatkin

O en los diarios japoneses tan cruelmente ilustrados

Para qué documentarme

Me abandono

A los sobresaltos de mi memoria...



A partir de lrkustsk el viaje se hizo demasiado lento

Excesivamente largo

Íbamos en el primer tren que rodeaba el lago Baikal

Habían adornado la locomotora con banderas y farolillos

Y dejamos la estación con los tristes acordes del himno al Zar

Si yo fuera pintor vertería mucho rojo, mucho amarillo

en el final de este viaje

Pues en verdad creo que todos estábamos un poco locos

Y que un delirio inmenso ensangrentaba los rostros

exasperadoa de mis compañeros de viaje

Cuando nos acercábamos a Mongolia

Que crepitaba como un incendio.

El tren aminoró la marcha

Y en el perpetuo rechinar de las ruedas percibía

Los locos acentos y los sollozos

De una liturgia eterna.



He visto

He visto los negros trenes silenciosos que volvían

del Lejano Oriente y que pasaban como fantasmas

y mi ojo, como el farol posterior, aún corre tras esos trenes

En Talga agonizaban 100.000 heridos por falta de cuidados

Visité los hospitales de Krasnoiarsk

Y en Khilok nos cruzamos con un largo convoy de soldados locos

En los lazaretos vi llagas abiertas y heridas que sangraban a más no poder

Y miembros amputados danzaban en derredor

o volaban por el aire ronco

El incendio ardía en todas las caras y en todos los corazones

Dedos idiotas tamborileaban sobre los vidrios

y bajo la presión del miedo las miradas reventaban como abscesos

En todas las estaciones quemaban todos los vagones

He visto

He visto trenes de sesenta locomotoras huír a todo vapor

perseguidos por horizontes en celo y bandadas de cuervos

que alzaban el vuelo desesperadamente tras ellos

Hasta desaparecer

En dirección de Port-Arthur.


En Tchita tuvimos algunos días de reposo

Detención de cinco días debido a la obstrucciones en la ruta

Los pasamos en casa del Señor Iankelevitch

que quería darme a su única hija en matrimonio

Luego volvió a partir el tren.

Ahora me había instalado yo en el piano y me dolían los dientes

Vuelvo a ver a mi antojo ese interior tan tranquilo el

negocio del padre y los ojos de la hija que venía a mi cama por las noches

Mussorgsky

Y los lieder de Hugo Wolf

Y las arenas del Gobi

Y en Khailar una caravana de camellos blancos

Creo que estuve ebrio durante más de 500 kilómetros

Pero estaba en el piano y eso es todo lo que vi

Cuando uno viaja debería cerrar los ojos

Dormir

Hubiera deseado tanto dormir

Reconozco todos los países con los ojos cerrados por su olor*

y reconozco todos los trenes por su ruido

Los trenes de Europa son de cuatro tiempos mientras que los

de Asia son de cinco o siete

Otros van en sordina: son canciones de cuna

Hay algunos que por el ruido monótono de las ruedas

me recuerdan la pesada prosa de Maeterlinck

He descifrado todos los confusos textos de las ruedas y he

reunido los elementos dispersos de una violenta belleza

que poseo

y que me fuerza.


Tsitsikar y Kharbin

No voy más allá

Es la última estación

Me apeé en Kharbin cuando acababan de incendiar

las oficinas de la Cruz Roja



Oh, París

Gran hogar cálido con los tizones entrecruzados de tus calles

y tus viejas casas que se inclinan sobre ellas

para caientarse como abuelas

y tus afiches rojos verdes multicolores como mi pasado en suma amarillo

Amarillo el arrogante color de las novelas de Francia en el extranjero

Me gusta frotarme con los autoibuses en marcha en las grandes ciudades

Los de la línea Saint-Germain -Montmartre me llevan

al asalto de la Butte

Los motores mugen como los toros de oro

Las vacas del crepúsculo pastan en el Sagrado Corazón

Oh, París

Estación central andén de las voluntades encrucijada de las inquietudes

Sólo los drogueros tienen aún un poco de luz sobre su puerta

La Compañía Internacional de Wagons-Lits y de los

Grandes Expresos Europeos me ha enviado sus prospectos

Es la iglesia más bella del mundo

Tengo amigos que me rodean como trincheras

Cuando parto tienen miedo de que no regrese nunca

Todas las mujeres que conocí se alzan en el horizonte

Con el gesto lastimosos y las mirada triste de los semáforos bajo la lluvia

Bella, Inés, Catalina y la madre de mi hijo en Italia

y aquélla, la madre de mi amor en América

Hay gritos de sirena que me desgarran el alma.


Todavía allá lejos en Manchuria un vientre se estremece

como en un parto

Yo quisiera

Yo quisiera no haber viajado nunca

Esta noche un gran amor me atormenta

Y a pesar mío pienso en la pequeña Juana de Francia.

En una noche de tristeza he escribito este poema en su honor



Juana

La pequeña prostituta

Estoy triste estoy triste

Iría al «Lapin Agile» a recordar mi juventud perdida

y a beber unas copas

Después volvería solo

París

Ciudad de la Torre única del gran Patíbulo y de la rueda




París, 1913

Blaise Cendrars

Imagen 29

Vi esta tarde una cabeza de mujer

en medio de un montón de latas de cerveza

mendigando un chute a los peatones

para encontrar en alguna parte su cuerpo perdido.

Vi a otra mujer

lamiendo las nubes en busca de lluvia

para que volviera a crecer su cabello quemado

por la quimioterapia.

Poco después

intenté cerrar los ojos

para evitar un chorro de imágenes del infierno en pleno día.

De repente oí un grito

resonando en mis oídos:

mientras abría mis ojos con temor

vi algo que me dejó sobrecogido:

una vieja abriéndose de piernas

para parir mientras caminaba por la calle.

Me pregunto cuántas veces

he recorrido esta avenida

yendo y viniendo,

innumerables.

Y todavía me sorprende

lo que veo en la basura neoyorquina

y que los transeúntes patean sin prestar atención.


Ahamed Morsi

Traducción (del inglés) de Alfonso Armada.

22 de octubre de 2010

Epílogo


EL VALLE ESTABA ARRIBA
EL CIELO ESTABA ABAJO
Levitar era bajar del valle al cielo,
Padre puro:
adentro de lo oscuro hay una luz rabiosa.
Afuera están gritando que no hay Dios.


Rafael Rubio, en Luz Rabiosa.

Canto a los Muertos Desconocidos de Hiroshima


Oh! Recordad, por siempre recordad
A los desconocidos muertos de Hiroshima

Al encorvado pescador que había tejido
Una nueva red hecha de ojos de sol
Entre las cuales brillan los pétalos
Del mar como unas violetas perfumadas

Al hombre caballo caído ante la casa
En el instante que sonriendo a los pequeños
Les enseñaba un animal curioso
Una vieja bicicleta comprada diciendo:
“Con ella puedo correr un siglo”

A las madres asesinadas al pie de la cuna
A los asesinados cuando trabajaban

A la joven que un cuarto de hora luego
Iba a ver a su novio que partiera a cuatro años
Para el frente y que regresa herido,

A los infelices que rezaban en los templos
Con sombras manantiales

A los niños que nunca retornaron de la escuela
Cuyos pequeños delantales se mecen huérfanos
Al viento ahora
Mucho más tristes que la misma muerte

Oh!...Recordad, por siempre recordad
A los desconocidos muertos de Hiroshima

Y no olvidéis quiénes los han matado!

Eugen Jebeleanu

Tercer Poema (de "El Espejo")



No creo en el presentir, ni temo a las señales.
No huyo del veneno, ni de la calumnia.
En este mundo no hay muerte.
Todos son inmortales, todo es inmortal.
No temas a la muerte ni a los diecisiete, ni a los setenta.
Existe sólo la luz y la realidad.
No hay ni la oscuridad, ni la muerte en este mundo.
Estamos todos en la costa del mar.
Yo soy de los que van sacando redes
repletas, llenas de inmortalidad.

Morad en su casa para que no se derrumbe.
Puedo invocar un siglo cualquiera,
voy a entrar en él para construir una casa.
Es por eso que sus hijos y mujeres están conmigo
en la misma mesa y la mesa es del bisabuelo y del nieto.
El futuro se realiza hoy,
y si levanto ahora mi mano
los cinco rayos con ustedes quedarán.
Cada día del pasado fue entibado
a fuerza de mis clavículas y hombros.
Medí el tiempo con una cadena del agrimensor
y lo atravesé como si fuesen los Urales.

Elegí el siglo a mi altura.
Fuimos al sur, levantando polvaredas sobre la estepa;
las hierbas malas humeaban, el saltamontes retozaba,
tocando las herraduras con su bigote y profetizaba,
y, como monje, me amenazaba con la muerte.
Até mi destino a la silla de montar,
también hoy, en tiempos venideros,
me levanto cual niño en los estribos.

Me basta con mi inmortalidad,
para que mi sangre fluya de siglo en siglo.
Por un rincón fiel del calor bien conservado
pagaría con mi vida obstinada,
mas su aguja voladiza
me lleva por el mundo, como el hilo de Ariadna.

Arseni Tarkovski
Traducción Enrique Turover

Búsqueda


A veces es bueno abandonarse al propio olvido
como si el saber sonreír
fuera más fácil que morder una fruta.
Ir por las calles perfectamente solo,
sin más compañía que nuestra cotidiana tristeza y nuestros pasos,
amando una vez más la sencillez del aire
de la manera como se recuerda la infancia,
o ese otro tiempo pulverizado
cuando se buscaban las primeras estrellas en las charcas.
Es bueno sentarse entre amigos y vasos
a observar como todos abandonan algo suyo
en la música que los impulsa y transforma en seres sin huesos,
mientras la noche trepa por los muros
buscando también dónde esconder su espera,
y después salir hacia el alba
con un poco más para alimentar futuras soledades.
Es bueno comprender que estamos hechos de recuerdos,
un poco de tiempo que crece sin escucharnos
y de muchas cosas que no comprendemos.
A veces es bueno detenerse a contemplar la hoja que cae
cuando la palabra primavera
no es lo que nosotros quisiéramos que sea.

Rolando
Cárdenas

Si


Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededor
Si cuando todos dudan, fías en tu valor
y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza

Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad

Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.

Si puedes soportar que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adora quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.

Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.

Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.

Si entre la turba das a la virtud abrigo
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo
Si marchando con reyes del orgullo has triunfado
Si eres bueno con todos pero no demasiado

Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más serás hombre hijo mío...

Rudyard Kipling



4 de octubre de 2010

El remordimiento


He cometido el peor de los pecados

que un hombre puede cometer. No he sido

feliz. Que los glaciares del olvido

me arrastren y me pierdan, despiadados.


Mis padres me engendraron para el juego

arriesgado y hermoso de la vida,

para la tierra, el agua, el aire, el fuego.

Los defraudé. No fui feliz. Cumplida


no fue su joven voluntad. Mi mente

se aplicó a las simétricas porfías

del arte, que entreteje naderías.


Me legaron valor. No fui valiente.

No me abandona. Siempre está a mi lado

La sombra de haber sido un desdichado.



Jorge Luis Borges

AULLIDO


por Allen Ginsberg

Para Carl Salomón

I

Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas,

arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo,

hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna,

que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz,

que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados,

que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la guerra,

que fueron expulsados de las academias por locos y por publicar odas obscenas en las ventanas de la calavera,

que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro,

que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York,

que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche,

con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga y bailes sin fin,

incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo,

realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio de árbol verde en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados, barrios de escaparate de paseos drogados luz de tráfico de neón parpadeante, vibraciones de sol, luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de Brooklyn, desvaríos de cenicero y bondadosa luz reina de la mente,

que se encadenaron a los subterráneos para el interminable viaje desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños los hizo caer temblando con la boca desvencijada y golpeados yermos de cerebro completamente drenados de brillo bajo la lúgubre luz del Zoológico,

que se hundieron toda la noche en la submarina luz de Bickford salían flotando y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza desvanecida en el desolado Fugazzi’s, escuchando el crujir del Apocalipsis en el jukebox de hidrógeno,

que hablaron sin parar por setenta horas del parque al departamento al bar a Bellevue al museo al puente de Brooklyn,

un batallón perdido de conversadores platónicos saltando desde las barandas de salidas de incendio desde ventanas desde el Empire State desde la luna,

parloteando gritando vomitando susurrando hechos y memorias y anécdotas y excitaciones del globo ocular y shocks de hospitales y cárceles y guerras,

intelectos enteros expulsados en recuerdo de todo por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la sinagoga arrojada en el pavimento,

que se desvanecieron en la nada Zen Nueva Jersey dejando un rastro de ambiguas postales del Atlantic City Hall,

sufriendo sudores orientales y crujidos de huesos tangerinos y migrañas de la china con síndrome de abstinencia en un pobremente amoblado cuarto de Newark,

que vagaron por ahí y por ahí a medianoche en los patios de ferrocarriles preguntándose dónde ir, y se iban, sin dejar corazones rotos,

que encendieron cigarrillos en furgones furgones furgones haciendo ruido a través de la nieve hacia granjas solitarias en la abuela noche,

que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz telepatía bop kabbalah porque el cosmos instintivamente vibraba a sus pies en Kansas,

que vagaron solos por las calles de Idaho buscando ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios,

que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió en un éxtasis sobrenatural,

que subieron en limosinas con el chino de Oklahoma impulsados por la lluvia de pueblo luz de calle en la medianoche invernal,

que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca de jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante Español para conversar sobre América y la Eternidad, una tarea inútil y así se embarcaron hacia África,

que desaparecieron en los volcanes de México dejando atrás nada sino la sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea Chicago,

que reaparecieron en la costa oeste investigando al F.B.I. con barba y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas sensuales en su oscura piel repartiendo incomprensibles panfletos,

que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando por la neblina narcótica del tabaco del Capitalismo,

que distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desnudándose mientras las sirenas de Los Álamos aullaban por ellos y aullaban por la calle Wall, y el ferry de Staten Island también aullaba,

que se derrumbaron llorando en gimnasios blancos desnudos y temblando ante la maquinaria de otros esqueletos,

que mordieron detectives en el cuello y chillaron con deleite en autos de policías por no cometer más crimen que su propia salvaje pederastia e intoxicación,

que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran arrastrados por los tejados blandiendo genitales y manuscritos,

que se dejaron follar por el culo por santos motociclistas, y gritaban de gozo,

que mamaron y fueron mamados por esos serafines humanos, los marinos, caricias de amor Atlántico y Caribeño,

que follaron en la mañana en las tardes en rosales y en el pasto de parques públicos y cementerios repartiendo su semen libremente a quien quisiera venir,

que hiparon interminablemente tratando de reír pero terminaron con un llanto tras la partición de un baño turco cuando el blanco y desnudo ángel vino para atravesarlos con una espada,

que perdieron sus efebos por las tres viejas arpías del destino la arpía tuerta del dólar heterosexual la arpía tuerta que guiña el ojo fuera del vientre y la arpía tuerta que no hace más que sentarse en su culo y cortar las hebras intelectuales doradas del telar del artesano,

que copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza un amorcito un paquete de cigarrillos una vela y se cayeron de la cama, y continuaron por el suelo y por el pasillo y terminaron desmayándose en el muro con una visión del coño supremo y eyacularon eludiendo el último hálito de conciencia,

que endulzaron los coños de un millón de muchachas estremeciéndose en el crepúsculo, y tenían los ojos rojos en las mañanas pero estaban preparados para endulzar el coño del amanecer, resplandecientes nalgas bajo graneros y desnudos en el lago,

que salieron de putas por Colorado en miríadas de autos robados por una noche, N.C. héroe secreto de estos poemas, follador y Adonis de Denver -regocijémonos con el recuerdo de sus innumerables jodiendas de muchachas en solares vacíos y patios traseros de restaurantes, en desvencijados asientos de cines, en cimas de montañas, en cuevas o con demacradas camareras en familiares solitarios levantamientos de enaguas y especialmente secretos solipsismos en baños de gasolineras y también en callejones de la ciudad natal,

que se desvanecieron en vastas y sórdidas películas, eran cambiados en sueños, despertaban en un súbito Manhattan y se levantaron en sótanos con resacas de despiadado Tokai y horrores de sueños de hierro de la tercera avenida y se tambalearon hacia las oficinas de desempleo,

que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de sangre sobre los bancos de nieve en los muelles esperando que una puerta se abriera en el East River hacia una habitación llena de vapor caliente y opio,

que crearon grandes dramas suicidas en los farellones de los departamentos del Hudson bajo el foco azul de la luna durante la guerra y sus cabezas serán coronadas de laurel y olvido,

que comieron estofado de cordero de la imaginación o digirieron el cangrejo en el lodoso fondo de los ríos de Bowery,

que lloraron ante el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música,

que se sentaron sobre cajas respirando en la oscuridad bajo el puente y se levantaron para construir clavicordios en sus áticos,

que tosieron en el sexto piso de Harlem coronados de fuego bajo el cielo tubercular rodeados por cajas naranjas de Teología,

que escribieron frenéticos toda la noche balanceándose y rodando sobre sublimes encantamientos que en el amarillo amanecer eran estrofas incoherentes,

que cocinaron animales podridos pulmón corazón pié cola borsht & tortillas soñando con el puro reino vegetal,

que se arrojaron bajo camiones de carne en busca de un huevo,

que tiraron sus relojes desde el techo para emitir su voto por una eternidad fuera del tiempo, & cayeron despertadores en sus cabezas cada día por toda la década siguiente,

que cortaron sus muñecas tres veces sucesivamente sin éxito, desistieron y fueron forzados a abrir tiendas de antigüedades donde pensaron que estaban envejeciendo y lloraron,

que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison Avenue entre explosiones de versos plúmbeos & el enlatado martilleo de los férreos regimientos de la moda & los gritos de nitroglicerina de maricas de la publicidad & el gas mostaza de inteligentes editores siniestros, o fueron atropellados por los taxis ebrios de la realidad absoluta,

que saltaron del puente de Brooklyn esto realmente ocurrió y se alejaron desconocidos y olvidados dentro de la fantasmal niebla de los callejones de sopa y carros de bomba del barrio Chino, ni siquiera una cerveza gratis,

que cantaron desesperados desde sus ventanas, se cayeron por la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, se abalanzaron sobre negros, lloraron por toda la calle, bailaron descalzos sobre vasos de vino rotos y discos de fonógrafo destrozados de nostálgico Europeo jazz Alemán de los años 30 se acabaron el whisky y vomitaron gimiendo en el baño sangriento, con lamentos en sus oídos y la explosión de colosales silbatos de vapor,

que se lanzaron por las autopistas del pasado viajando hacia la cárcel del gólgota -solitario mirar- autos preparados de cada uno de ellos o Encarnación de Jazz de Birmingham,

que condujeron campo traviesa por 72 horas para averiguar si yo había tenido una visión o tú habías tenido una visión o él había tenido una visión para conocer la eternidad,

que viajaron a Denver, murieron en Denver, que volvían a Denver; que velaron por Denver y meditaron y andaban solos en Denver y finalmente se fueron lejos para averiguar el tiempo, y ahora Denver extraña a sus héroes,

que cayeron de rodillas en desesperanzadas catedrales rezando por la salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que al alma se le iluminó el cabello por un segundo,

que chocaron a través de su mente en la cárcel esperando por imposibles criminales de cabeza dorada y el encanto de la realidad en sus corazones que cantaba dulces blues a Alcatraz,

que se retiraron a México a cultivar un hábito o a Rocky Mount hacia el tierno Buda o a Tánger en busca de muchachos o a la Southern Pacific hacia la negra locomotora o de Harvard a Narciso a Woodland hacia la guirnalda de margaritas o a la tumba,

que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron abandonados con su locura y sus manos y un jurado indeciso,

que tiraron ensalada de papas a los lectores de la CCNY sobre dadaísmo y subsiguientemente se presentan en los escalones de granito del manicomio con las cabezas afeitadas y un arlequinesco discurso de suicidio, exigiendo una lobotomía al instante,

y recibieron a cambio el concreto vacío de la insulina Metrazol electricidad hidroterapia psicoterapia terapia ocupacional ping pong y amnesia,

que en una protesta sin humor volcaron sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia,

volviendo años después realmente calvos excepto por una peluca de sangre, y de lágrimas y dedos, a la visible condenación del loco de los barrios de las locas ciudades del Este,

los fétidos salones del Pilgrim State Rockland y Greystones, discutiendo con los ecos del alma, balanceándose y rodando en la banca de la soledad de medianoche reinos dolmen del amor, sueño de la vida una pesadilla, cuerpos convertidos en piedra tan pesada como la luna,

con la madre finalmente ****** [i] , y el último fantástico libro arrojado por la ventana de la habitación, y a la última puerta cerrada a las 4 AM y el último teléfono golpeado contra el muro en protesta y el último cuarto amoblado vaciado hasta la última pieza de mueblería mental, un papel amarillo se irguió torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un esperanzado poco de alucinación-

ah, Carl, mientras no estés a salvo yo no voy a estar a salvo, y ahora estás realmente en la total sopa animal del tiempo-

y que por lo tanto corrió a través de las heladas calles obsesionado con una súbita inspiración sobre la alquimia del uso de la elipse el catálogo del medidor y el plano vibratorio,

que soñaron e hicieron aberturas encarnadas en el tiempo y el espacio a través de imágenes yuxtapuestas y atraparon al Arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y pusieron el nombre y una pieza de conciencia saltando juntos con una sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus

para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y pararse frente a ti mudos e inteligentes y temblorosos de vergüenza, rechazados y no obstante confesando el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda cabeza sin fin,

el vagabundo demente y el ángel beat en el tiempo, desconocido, y no obstante escribiendo aquí lo que podría quedar por decir en el tiempo después de la muerte,

y se alzaron reencarnando en las fantasmales ropas del jazz en la sombra de cuerno dorado de la banda y soplaron el sufrimiento de la mente desnuda de América por el amor en un llanto de saxofón eli eli lamma lamma sabacthani que estremeció las ciudades hasta la última radio

con el absoluto corazón del poema sanguinariamente arrancado de sus cuerpos bueno para alimentarse mil años.

II

¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió sus cráneos y devoró sus cerebros y su imaginación?

¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Ceniceros y dólares inalcanzables! ¡Niños gritando bajo las escaleras! ¡Muchachos sollozando en ejércitos! ¡Ancianos llorando en los parques!

¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin amor! ¡Moloch mental! ¡Moloch el pesado juez de los hombres!

¡Moloch la prisión incomprensible! ¡Moloch la desalmada cárcel de tibias cruzadas y congreso de tristezas! ¡Moloch cuyos edificios son juicio! ¡Moloch la vasta piedra de la guerra! ¡Moloch los pasmados gobiernos!

¡Moloch cuya mente es maquinaria pura! ¡Moloch cuya sangre es un torrente de dinero! ¡Moloch cuyos dedos son diez ejércitos! ¡Moloch cuyo pecho es un dínamo caníbal! ¡Moloch cuya oreja es una tumba humeante!

¡Moloch cuyos ojos son mil ventanas ciegas! ¡Moloch cuyos rascacielos se yerguen en las largas calles como inacabables Jehovás! ¡Moloch cuyas fábricas sueñan y croan en la niebla! ¡Moloch cuyas chimeneas y antenas coronan las ciudades!

¡Moloch cuyo amor es aceite y piedra sin fin! ¡Moloch cuya alma es electricidad y bancos! ¡Moloch cuya pobreza es el espectro del genio! ¡Moloch cuyo destino es una nube de hidrógeno asexuado! ¡Moloch cuyo nombre es la mente!

¡Moloch en quien me asiento solitario! ¡Moloch en quien sueño ángeles! ¡Demente en Moloch! ¡Chupa vergas en Moloch! ¡Sin amor ni hombre en Moloch!

¡Moloch quien entró tempranamente en mi alma! ¡Moloch en quien soy una conciencia sin un cuerpo! ¡Moloch quien me ahuyentó de mi éxtasis natural! ¡Moloch a quien yo abandono! ¡Despierten en Moloch! ¡Luz chorreando del cielo!

¡Moloch! ¡Moloch! ¡Departamentos robots! ¡Suburbios invisibles! ¡Tesorerías esqueléticas!

¡Capitales ciegas! ¡Industrias demoníacas! ¡Naciones espectrales! ¡Invencibles manicomios! ¡Vergas de granito! ¡Bombas monstruosas!

¡Rompieron sus espaldas levantando a Moloch hasta el cielo! ¡Pavimentos, árboles, radios, toneladas! ¡Levantando la ciudad al cielo que existe y está alrededor nuestro!

¡Visiones! ¡Presagios! ¡Alucinaciones! ¡Milagros! ¡Éxtasis! ¡Arrastrados por el río americano!

¡Sueños! ¡Adoraciones! ¡Iluminaciones! ¡Religiones! ¡Todo el cargamento de mierda sensible!

¡Progresos! ¡Sobre el río! ¡Giros y crucifixiones! ¡Arrastrados por la corriente! ¡Epifanías! ¡Desesperaciones! ¡Diez años de gritos animales y suicidios! ¡Mentes! ¡Nuevos amores! ¡Generación demente! ¡Abajo sobre las rocas del tiempo!

¡Auténtica risa santa en el río! ¡Ellos lo vieron todo! ¡Los ojos salvajes! ¡Los santos gritos! ¡Dijeron hasta luego! ¡Saltaron del techo! ¡Hacia la soledad! ¡Despidiéndose! ¡Llevando flores! ¡Hacia el río! ¡Por la calle!

III

¡Carl Solomon! Estoy contigo en Rockland

Donde estás más loco de lo que yo estoy

Estoy contigo en Rockland

Donde te debes sentir muy extraño

Estoy contigo en Rockland

Donde imitas la sombra de mi madre

Estoy contigo en Rockland

Donde has asesinado a tus doce secretarias

Estoy contigo en Rockland

Donde te ríes de este humor invisible

Estoy contigo en Rockland

Donde somos grandes escritores en la misma horrorosa máquina de escribir

Estoy contigo en Rockland

Donde tu condición se ha vuelto seria y es reportada por la radio

Estoy contigo en Rockland

Donde las facultades de la calavera no admiten más los gusanos de los sentidos

Estoy contigo en Rockland

Donde bebes el té de los pechos de las solteras de Utica

Estoy contigo en Rockland

Donde te burlas de los cuerpos de tus enfermeras las arpías del Bronx

Estoy contigo en Rockland

Donde gritas en una camisa de fuerza que estás perdiendo el juego del verdadero

ping pong del abismo

Estoy contigo en Rockland

Donde golpeas el piano catatónico el alma es inocente e inmortal jamás debería

morir sin dios en una casa de locos armada

Estoy contigo en Rockland

Donde cincuenta shocks más no te devolverán nunca tu alma a su cuerpo de su

peregrinaje a una cruz en el vacío

Estoy contigo en Rockland

Donde acusas a tus doctores de locura y planeas la revolución socialista hebrea

contra el Gólgota nacional fascista

Estoy contigo en Rockland

Donde abres los cielos de Long Island y resucitas a tu Jesús humano y viviente de la

tumba sobrehumana

Estoy contigo en Rockland

Donde hay veinticinco mil camaradas locos juntos cantando las estrofas finales de

La Internacional

Estoy contigo en Rockland

Donde abrazamos y besamos a los Estados Unidos bajo nuestras sábanas los

Estados Unidos que tosen toda la noche y no nos dejan dormir

Estoy contigo en Rockland

Donde despertamos electrificados del coma por el rugir de los aeroplanos de

nuestras propias almas sobre el tejado ellos han venido para lanzar bombas

angelicales el hospital se ilumina a sí mismo colapsan muros imaginarios Oh

escuálidas legiones corren afuera Oh estrellado shock de compasión la guerra

eterna está aquí Oh victoria olvida tu ropa interior somos libres

Estoy contigo en Rockland

En mis sueños caminas goteando por un viaje a través del mar sobre las carreteras a

través de América llorando hasta la puerta de mi cabaña en la noche del oeste

San Francisco, 1955-1956

Nota A Pie De Página Para “Aullido”

¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!

¡El mundo es santo! ¡El alma es santa! ¡La piel es santa! ¡La nariz es santa! ¡La lengua y la verga y la mano y el agujero del culo son santos!

¡Todo es santo! ¡todos son santos! ¡todos los lugares son santos! ¡todo día está en la eternidad! ¡Todo hombre es un ángel!

¡El vago es tan santo como el serafín! ¡el demente es tan santo como tú mi alma eres santa!

¡La máquina de escribir es santa el poema es santo la voz es santa los oyentes son santos el éxtasis es santo!

¡Santo Peter santo Allen santo Solomon santo Lucien santo Kerouac santo Huncke santo Burroughs santo Cassady santos los desconocidos locos y sufrientes mendigos santos los horribles ángeles humanos!

¡Santa mi madre en la casa de locos! ¡Santas las vergas de los abuelos de Kansas!

¡Santo el gimiente saxofón! ¡Santo el apocalipsis del bop! ¡Santas las bandas de jazz marihuana hipsters paz peyote pipas y baterías!

¡Santa las soledades de los rascacielos y pavimentos! ¡Santas las cafeterías llenas con los millones! ¡Santos los misteriosos ríos de lágrimas bajo las calles!

¡Santo el argonauta solitario! ¡Santo el vasto cordero de la clase media! ¡Santos los pastores locos de la rebelión! ¡Quien goza Los Ángeles es Los Ángeles!

¡Santa New York santa San Francisco santa Peoria & Seattle santa París santa Tánger santa Moscú santa Estambul!

¡Santo el tiempo en la eternidad santa eternidad en el tiempo santos los relojes en el espacio la cuarta dimensión santa la quinta Internacional santo el ángel en Moloch!

¡Santo el mar santo el desierto santa la vía férrea santa la locomotora santas las visiones santas las alucinaciones santos los milagros santo el globo ocular santo el abismo!

¡Santo perdón! ¡compasión! ¡caridad! ¡fe! ¡Santos! ¡Nosotros! ¡cuerpos! ¡sufriendo! ¡magnanimidad!

¡Santa la sobrenatural extra brillante inteligente bondad del alma!


Berkeley, 1955



*traducción de Rodrigo Olavarría

Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile