27 de abril de 2010

Nocturno


Espirito que passas, quando o vento

Adormece no mar e surge a lua,

Filho esqivo da noite que fluctua,

Tu só entendes bem o meu tormento...



Como um canto longinquo -triste e lento-

Que voga e sutilmente se insinua,

Sobre o meu coração, que tumultua,

Tu vertes pouco a pouco o esquecimento...



A ti confio o sonho em que me leva

Um instincto de luz, rompendo a treva,

Buscando, entre visões, o eterno Bem.



E tu entendes o meu mal sem nome,

A febre de Ideal, que me consome,

Tu só, Genio da Noite, e mais ninguem!




~º~



Espíritu que pasas, cuando el viento
Adormece el mar y surge la luna,
Hijo esquivo de la noche que fluctúa,
Sólo tú entiendes bien mi tormento...

Como un canto lejano ─triste y lento─
Que boga y sutilmente se insinúa,
Sobre mi corazón, que se amotina,
Tú viertes poco a poco el olvido...

A ti confío el sueño en que me lleva
Un instinto de luz, rompiendo la tiniebla,
Buscando, entre visiones, el Bien eterno.

Y tú entiendes mi mal sin nombre,
La fiebre de Ideal, que me consume,
Sólo tú, Genio de la Noche, y ningún otro!

Anthero de Quental, Os sonetos completos, 1924.

(Traducción mía)

20 de abril de 2010

Otra


Ámame con la violencia de las amantes griegas

que suelen perfumadas esperar a sus hombres

en pequeñas alcobas de tierra en las colinas

porque tengo en el alma profunda una tristeza.


Ámame con la esperanza de los sacerdotes fenicios

que solían navegar junto a sus fieles

en alocados mares de variados colores

porque tengo en la mirada serena una tristeza.


Ámame con la furia de los famosos tigres de bengala

que suelen silenciosos esperar a sus presas

en sospechosas guaridas en medio de la selva

porque tengo en la boca sedienta una tristeza.




Miguel Oscar Menassa, candidato al premio Nobel de Literatura 2010.

De "Yo pecador", 1975

3 de abril de 2010

Carta de lluvia


Si atraviesas las estaciones

conservando en tus manos

la lluvia de la infancia que debimos compartir

nos reuniremos en el lugar

donde los sueños corren jubilosos

como ovejas liberadas del corral

y en donde brillará sobre nosotros

la estrella que nos fuera prometida.


Pero ahora te envío esta carta de lluvia

que te lleva un jinete de lluvia

por caminos acostumbrados a la lluvia.


Ruega por mí, reloj,

en estas horas monótonas como ronroneos de gatos.

He vuelto al lugar que hace renacer

la ceniza de los fantasmas que odio.

Alguna vez salí al patio

a decirles a los conejos

que el amor había muerto.

Aquí no debo recordar a nadie.

Aquí debo olvidar los aromos

porque la mano que cortó aromos

ahora cava una fosa.


El pasto ha crecido demasiado.

En el techo de la casa vecina

se pudre una pelota de trapo

dejada por un niño muerto.

Entre las tablas del cerco

me vienen a mirar rostros que creía olvidados.

Mi amigo espera en vano que en el río

centellee su buena estrella.


Tú, como en mis sueños vienes

atravesando las estaciones,

con las lluvias de la infancia

en tus manos hechas cántaro.

En el invierno nos reunirá el fuego

que encenderemos juntos.

Nuestros cuerpos harán las noches tibias

como el aliento de los bueyes

y al despertar veré que el pan sobre la mesa

tiene un resplandor más grande que el de los planetas enemigos

cuando lo partan tus manos de adolescente.


Pero ahora te envío esta carta de lluvia

que te lleva un jinete de lluvia

por caminos acostumbrados a la lluvia.