4 de octubre de 2010

Idées / Ideas




¿Quién va a decirme qué es la vida?

¿Quién va a decirme qué es la muerte?

¿Qué es virtud? ¿Qué es filosofía?

Ver cómo sopla la fortuna.

¿Ciencia, honor? Ilusión, mentira.

¿Oro? Tumba de la inocencia.

Hasta la amistad es un sueño.

Sólo en ti mismo está la dicha.


¡Feliz quien sueña que es amado!

¡Ojalá no despierte nunca!

El corazón se engaña siempre:

no hay sentimiento sin dolor.

Si te amas a ti mismo, cumples

lo que Naturaleza ordena.

Si Dios existe, Dios es alguien

enamorado de sí mismo.


Dime, muchacho, ¿por qué huyes

de la muerte con tanto ahínco?

¿Por qué te aferras a la vida?

¿No ves lo absurdo que es vivir?

¿Por qué tiemblas ante un enigma

cuya solución desconoces?

¿Qué es nuestra alma? Un brillo inútil

que se apaga en la sepultura.


Abre los ojos, mira: todo

lo que respira nace y muere.

Sólo el orgullo de los hombres

presume de supervivencias.

Cuando llegue mi última hora,

pisoteadme y maldecidme.

¿De qué le sirven las plegarias

al árbol roto por el viento?


Me he reído de vuestros dioses

y de vuestras ruines miserias.

Mi alma se perdió de niña

en la noche oscura del mundo,

pero no fue nunca perversa,

y los tristes la bendijeron.

Hay virtud en mi corazón:

Una virtud que no es la vuestra.


*El hacha y la rosa (Sevilla, Renacimiento, 1993). Escrito a por Luis Alberto de Cuenca sobre una traducción de un poema que el ladrón y asesino francés Pierre-François Lacenaire (1803-1836) escribió en la prisión parisiense de la Conciergerie poco antes de ser guillotinado. En la versión del traductor el poema lleva el nombre de «Ideas».

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